La implementación del BIM (Building Information Modeling) comporta beneficios significativos en todas las fases de una construcción: proyección, construcción, gestión y mantenimiento. A diferencia de los métodos tradicionales de proyección, el BIM permite reducir los costes del ciclo de vida y la posibilidad de errores del proyecto. Asimismo, el BIM facilita la coordinación de cada fase del proyecto y la colaboración entre los diferentes participantes. Los proyectos realizados en BIM duran generalmente mucho menos tiempo que los realizados en forma tradicional y requieren una cantidad menor de revisiones, con el consiguiente ahorro económico.
Las dimensiones del BIM van más allá del 3D, de hecho se habla de 4D para la gestión de los tiempos de ejecución, de 5D para la valoración económica, de 6D para la simulación energética y de 7D para los servicios generales (facility Management).
Con el BIM se potencia también la eficacia del mantenimiento y es posible anticipar la redacción de los programas, incluso durante la fase de proyección. De ese modo las obras pueden durar menos meses, se logra mejorar la gestión del ciclo de vida del edificio y es más fácil prever y programar las inversiones.
La integración del BIM también contribuye a realizar proyectos más sostenibles, gracias a la posibilidad de crear una simulación energética dinámica del edificio. Esto permite considerar, ya desde las primeras fases de proyección, las estrategias más adecuadas y económicamente eficientes para calcular las prestaciones energéticas de un proyecto.
